La educación es un proceso interpersonal, permeada de emociones que influyen en el acto educativo, provocando reacciones según la situación de enseñanza-aprendizaje vivenciada. Las emociones son importantes para el proceso de enseñanza-aprendizaje puesto que es necesario mantener una conducta motivada en los estudiantes para garantizar aprendizajes de calidad. Al respecto, Maturana y Verder-Zöller (1997) manifiestan que "los seres humanos vivimos en un continuo fluir emocional consensual en el cual aprendemos en nuestra coexistencia en comunidad"
Se ha demostrado que las emociones representan junto a los procesos cognitivos un factor determinante en la adquisición del conocimiento, tomando en consideración que si la experiencia de aprendizaje es agradable a los estudiantes, ellos lograran aprendizajes significativos, de lo contrario propiciarán procesos emocionales negativos que generará una conducta de huida hacia la disciplina que administre el docente en su momento y entre los diversos estudios generados sobre ella.
En este sentido, es importante señalar que los procesos emocionales deben ser considerados en el campo educativo, puesto que estos no solamente ocurren en el interior del sujeto sino que también son parte de la interacción social. Circunstancia por la que se suelen llamarse procesos psicosociales, los cuales conforman la base central de la educación.
Los Estados Emocionales representan un hecho significativo para el campo educativo, puesto que a partir del dominio y manejo de las emociones se pueden transformar las prácticas de enseñanza y aprendizaje de una manera significativa. De allí que si se trabaja adecuadamente con las emociones se estimularía a los estudiantes en la aprehensión de aprendizajes tanto para la vida personal como la vida profesional, es decir en este proceso van a adquirir aprendizajes de calidad. Desde esta explicación, los estudiantes que sientan apatía por los estudios, pueden ser nuevamente estimulados y motivados bajo un ambiente amoroso que acoge como lo plantean Turner y Céspedes (2004) y Millan (2008) en la Pedagogía de la Ternura.
Estoy de acuerdo que para lograr un proceso de aprendizaje significativo y una atmósfera donde este se pueda dar, es importante enfocarnos en considerar los procesos emocionales en los alumnos. Por experiencia personal puedo decir que los estados emocionales llegan a influir de gran manera en nuestro proceso educativo dentro de las escuelas, si te sientes triste o enojado simplemente te enfocas en ese sentimiento y las cosas que lo provocan y resulta casi imposible dejarlo de lado y poner atención a la clase. Creo que actualmente esta es una cosa que se deja de fuera en los procesos de aprendizaje que se dan dentro del salón. El docente se enfoca en trasmitir el conocimiento a los alumnos y algunas veces concluyen la sesión con hacer practicas o trabajos relacionados. Pero los docentes no se percatan de como se sienten sus alumnos, por que están pasando, que problemas tienen o simplemente como ha sido su día. No estoy diciendo que los maestros deben saber todo sobre los alumnos, esta bien quedarse en el papel del docente y nomas. Pero para mejorar esas actitudes y emociones que muchas veces tienen los alumnos al entrar a las clases no es necesario que el docente pregunte quien se siente mal o esta triste o enojado. Creo que una buena idea para esto sería implementar algunos ejercicios de respiración o reflexión antes de comenzar con las clases para así relajar a los alumnos y todas esas emociones de cosas externas a las clases y así empiecen con mejor actitud la sesión, mas concentrados y motivados.
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